"La chimenea crepitaba suavemente cuando la vi aparecer. No entró, emergió… como una sombra viva desde un rincón oscuro del salón. Su figura, envuelta en cuero negro, destacaba feroz bajo el parpadeo de las velas. Nyxara… su nombre me llegó a la mente antes de oírlo. Y sus brazos cruzados no eran de defensa, eran de desafío."

"Sin pronunciar palabra, se dejó caer sobre el sofá rojo como si el mueble le perteneciera desde siempre. Su cuerpo se acomodó con una naturalidad casi felina, y sus ojos me invitaban… o me ordenaban… a observar. Cada pliegue del cuero parecía acariciarla como amante fiel. Yo seguía sin moverme. Estaba hechizado."

"De pronto, bajó al suelo. A cuatro patas. Su espalda arqueada, el pelo cubriéndole parte del rostro, la tensión en sus muslos… era como ver un poema escrito en carne y deseo. Me hablaba sin hablar. Cada gesto suyo tejía una telaraña invisible que me atraía, irremediablemente."

"Sus dedos se hundieron en la alfombra mientras me miraba. Esa posición era un ritual. No era sumisión, era control absoluto desde el suelo. Como si esa cercanía con la tierra le diera más poder sobre mí. Me pregunté si la habitación estaba caliente por el fuego o por su presencia."

"Entonces se levantó. Empezó a moverse lentamente al compás de una música que solo ella oía. Alzó los brazos, giró sobre sí misma y dejó que el cuero crujiera levemente. Sus caderas guiaban el ritmo. Su cuerpo era un conjuro danzante. Y yo, su único espectador… y víctima."

"Su danza cambió. Ahora era fuego puro. Las curvas de su cuerpo se marcaban al compás de cada giro, cada movimiento de cadera. Se acercaba. A cada paso, la distancia entre nosotros se derretía. Y yo ya no recordaba cómo se respiraba. Solo sabía mirar."

"Se dejó caer, de nuevo. Boca abajo esta vez, como si el suelo fuese su trono. La alfombra tembló bajo su peso, o tal vez fui yo quien tembló. Sus piernas estiradas, su espalda marcada por el cuero brillante… y el movimiento lento de su mirada hacia mí: una sentencia."

"Se incorporó. De pie, de nuevo. Esta vez más cerca. Sus tacones resonaron con un eco grave. Levantó el mentón, imponente, hermosa, cruel. Estaba claro que yo no había invocado a Nyxara. Fue ella quien me había traído hasta este punto. Y aún no sabía cuánto me quedaba por caer."

"Algo cambió en sus ojos. Seguía siendo la misma súcubo, pero ahora había una invitación en su gesto. Una promesa suave. Su silueta recortada por la luz del fuego parecía moverse entre dos mundos: el del deseo y el del peligro. Y yo ya estaba demasiado dentro de ambos."

"Nyxara dio el último paso. Su mano se extendió hacia mí, sin prisa. No habló. No hizo falta. Yo la tomé, y entonces supe que el fuego de la chimenea era solo el preludio. Porque el verdadero incendio… apenas iba a comenzar."